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La cuarentena y la posibilidad o imposibilidad de estar presentes emocionalmente con nuestros hijos

La cuarentena y la posibilidad o imposibilidad de estar presentes emocionalmente con nuestros hijos

Por Nancy Erica Ortiz - 29 de Marzo de 2020

Cómo corríamos todos, del trabajo a la escuela, a las actividades de los hijos, las personales, compras, quehaceres diversos. Corríamos hacia esas cosas entendidas como necesarias, con poco tiempo en común, con mínimos encuentros humanos. Hace mucho ya habíamos dejado de convivir con nuestras familias, pero de repente todo frenó, y cuando eso sucedió la mayoría se encontró con los hijos.
Para los niños esto resultó ser lo más maravilloso y esperado. Encontrarse con sus padres, madres, que estos no tengan que correr tras algo que no son ellos, que estén ahí todos los días, juntos, era algo que hacía mucho no ocurría, o tal vez hasta ese momento nunca había ocurrido.  
Y los padres y madres se encontraron con los hijos, y emocionalmente esto no resultó ser tan maravilloso. Por supuesto, está el amor incondicional hacia ellos pero, en el fondo, una fuerza inconsciente y que tiene mucho poder, está tirando para el lado opuesto del encuentro, del disfrute, del querer estar juntos. Una parte emocional, impedida, seguramente dolida, no puede abrirse a estar con los hijos y entrar en sus frecuencias.

Lo que evitaste hoy te encuentra

¿Y si esta hiperactividad adulta era un mecanismo evitativo? Por un lado, por supuesto, está la necesidad real de sobrevivir: comprar alimentos, tener un hogar, poder pagar las cuentas y las cosas básicas que te permitan subsistir pero, por otro, tras ese discurso de estar haciendo lo necesario se escondía que estábamos huyendo, escapando. ¿Escapar, de qué? De estar con los hijos emocionalmente.
Muchos adultos se han convertido en padres sin saber estar con ellos mismos. Y si no puedes estar contigo, ¿cómo poder estar con otros, contenerlos, abrazarlos, darles lo que necesitan?
Hasta ahora gran parte la humanidad evitó el contacto consigo mismo, y ahora están obligados a estar, a permanecer.
Este tiempo de encierro es un taller en vivo y constante de autoconocimiento. Pero si no se toma así, será muy duro, desaprovechado y triste.
Estar con los hijos puede ser la forma más amable, profunda y desafiante de conocerte, de registrarte, de ampliar tu contacto contigo y, por ende, con tus hijos.

Ahora, pese a que estás encerrado puedes construir nuevos mecanismos evitativos. Puedes verte todas las series, películas y utilizar toda la tecnología posible para esquivar y huir. Puedes hacer eso. Pero ¿sabes qué? terminará la cuarentena y habrá un vacío enorme dentro, más angustia, más auto extrañamiento (sentirte un extraño contigo mismo); y obviamente aflorarán las crisis de los niños, porque si tu vacío está, en ellos se habrá profundizado también.

¿Qué hacer si registro que me cuesta, si registro que no puedo?

Primero, identificarlo: Darte cuenta de que han pasado las horas y no has podido agacharte a mirarlos a los ojos, no has podido encontrar un momento de disfrute en común, de un chiste, un juego, una lectura juntos. No has podido captar esos instantes sagrados, esos momentos que te piden, con palabras o sin ellas, que te acerques.

Segundo, siente el llamado: No necesitas ser el súper padre o madre que está entreteniendo constantemente. Si hacemos esto no estamos entendiendo el punto real. El punto es conectar realmente, y para eso no hay medición de tiempo ni actividad sugerida. Es poder sentir el llamado interno de tu hijo, sentir tu pulsión de estar, la necesidad mutua de encuentro, y dejarse llevar por ello. Es algo hasta instintivo. La pulsión de estar, de unirse a los cachorros para disfrutarlos sin tiempo, sin algo que hacer. Ahí está esa pulsión, esa fuerza que tira, identifícala. Cuando la sientas déjate llevar, y verás que siempre algo hermoso va a salir de ello.
No cuentes el tiempo, ni piensas “voy a hacer tal cosa”, entra y entrégate.

Tercero, registra tus mecanismos evitativos: Las excusas, las racionalizaciones, las causas reales, todo puede ser parte de una dinámica que te has construido para no sentirte y no sentir a tu hijo. Si te encuentras en este mecanismo, desármalo. No le des poder, quita tu atención de ahí y colócate en tu corazón. Tu corazón amplio, profundo, donde cabe todo, cabes tu, tu familia, la humanidad entera.

Esta es una oportunidad, lo repito, un taller en vivo, constante. Hay mucho para aprovechar, difícilmente volveremos a vivir una situación así con nuestros hijos. Es también una oportunidad increíble para volverte mejor persona, un ser humano conectado. Tú decides cómo vivirlo, cómo enriquecerte, qué aprender. No desperdicies esta oportunidad, este tiempo único. 

Autora: Erica Nancy Ortiz - BioEducadora

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